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18 abr 2013

ME DEBO A LOS LECTORES


Peter Magnus


Me debo a los lectores

Por Peter Magnus

Ya sé que llevo un par de semanas sin escribir nada, pero perdonad mi ausencia, la verdad, es que me cansé de escribir sin ánimo de lucro, pero en los tiempos que estamos el lucro hace un lustro, por lo menos, que se esfumó con un amante alemán yendo a establecer su nidito de amor a un lugar idílico de la Alemania pos-nazi donde todo es oro lo que reluce y atan los perros con salchichas cuando no se los comen, a los perros, sí, no a las salchichas.
Tras este parón y retirada a mi aposento ostril porque no tengo torre de Juan Abad ni faro que me refugie de la intemperie, vengo de nuevo a constatar que la prensa miente, que algunos políticos mienten, que el rey miente, que Katar es un país que no tiene tratado de extradición con España y que un tal Urdangarín (ladrón de guante blanco) se va a ir a trabajar allí, vaya hombre, no hay nada nuevo bajo este sol impertinente que por suerte sale cada día ajeno a nuestros males, impertérrito como el mismo dios ese que tanto adoran y alaban y al que tanto rezan esos pederastas que en lugar de estar tras las rejas de un penal están dando hostias para salvar a esta pecaminosa humanidad.
Malo es sentir la insolidaridad de los prójimos hacia el resto, pero muy triste, demasiado triste, por no decir trágico, es sufrirla en cuerpo y mente propios y que para colmo provenga de un ser que durante muchos años quisiste, pero eso es a lo más que puede llegar el resentimiento y el odio: condenar a un ser humano a la indigencia sin importarle un comino su situación. Esto le ocurre cada día a cientos de personas que son expulsadas del sistema, bien por el mismo sistema al que ya no podemos ponerle rostro, o bien por un ser querido, que por norma general suele ser la pareja. Cuando es la mujer la víctima de este atroz atentado lo llaman violencia de género, pero ¿cómo lo llaman cuando es el hombre dicha víctima? Le llaman: ¿“ese es un vago, un parásito, un vividor, un aprovechado…”?, aunque se haya quedado de patitas en la calle con una mano delante y otra detrás, y es que hay alguna diferencia, cultural, se entiende, claro.
Bueno, como veo que ni pasa la crisis, ni dejan los ladrones de guante blanco de robar a manos llenas y sin problemas con la justicia, porque entre otras cosas nunca la hubo, ¿digo justicia?, por algo le taparon los ojos, para que jugara a la gallinita ciega, y así nos va; digo que como veo que todo pasa y nada queda, pero lo…, y desde que inventaron los trenes de alta velocidad todo va más deprisa y a mí parece como si me estuviera pasando por encima el AVE: un cúmulo de circunstancias en las que me veo envuelto y que me llevan derechito a la calle, y no a dar un paseo por gusto, sino a sufrir la indigencia y a mis años ¿quién me contrata, quién me hospeda “gratis”, quién me da de comer sin pensar que no soy “un vago, un parásito, un vividor, un aprovechado…” y que sigo escribiendo por amor a la literatura y sin ánimo de lucro, a pesar de que aquel que fuera el amor de una parte de mi vida me niega el condumio, el pan que no se le niega ni a los perros? ¡Qué bonito fue el amor mientras duró! Lo bueno que tiene el amor es que aparece de nuevo cuando menos te lo esperas… quizás de su balcón los nidos a colgar…, y quizás otros brazos se abran en señal de hospitalidad y generosamente me acojan en su seno pensando que no soy un vago, un parásito, un vividor, un aprovechado… sino todo lo contrario: un hombre que ama a las personas y a la literatura…
¡AVE, CEASAR, MORITURI TE SALUTANT!

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