“NUESTRA OBLIGACIÓN MORAL ES PERDER EL MIEDO Y REBELARNOS CONTRA EL
SISTEMA”
13 de mayo de 2013 · de R-evolución 2012 · en Crisis, Noticias, Opinión. ·2
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Arcadi Oliveres, antes de entrar a una
conferencia en Vitoria.
“Se ha deteriorado tanto la situación
que no hay otra alternativa que la desobediencia civil”.
“No se puede decir que hay que cambiar
las cosas y no intentarlo”.
“Si el capitalismo no ayuda a las
personas a cubrir sus necesidades tendremos que hacerlo desaparecer porque está
en juego la supervivencia de la humanidad”.
Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945) no
puede reprimir la indignación cuando habla del actual sistema político y
económico, de cómo se “dilapida” el dinero en ayudar a salvar bancos mientras
se permite que miles de familias se hundan. Este profesor de Economía Aplicada
de la Universidad Autónoma de Barcelona y presidente de la ONG Justicia y Pau
ha participado en las jornadas sobre energía organizadas por la Plataforma
Fracking Ez, en Vitoria. Además de hablar sobre la situación y las
desigualdades energéticas Norte-Sur, Oliveres concedió una entrevista a El
Diario Norte en la que aboga por “perder el miedo y rebelarse” contra el
sistema político actual, al que considera enfermo y caldo de cultivo para la
corrupción.
Pregunta: Parece
que eliminar las disfunciones de la crisis pasa por basar la economía en una
menor rentabilidad y en un reparto más justo de la pobreza. ¿Estos preceptos
son compatibles con el capitalismo?
Respuesta: No
sé si son compatibles, pero sí sé que es absolutamente necesario para la
humanidad. Si no es compatible, será el capitalismo el que tenga que
desaparecer porque está en juego la supervivencia de la humanidad. Si el
capitalismo no permite esta supervivencia, hagámosle desaparecer y dotémonos de
un sistema que facilite la cobertura de necesidades básicas de la ciudadanía y
el sostenimiento del planeta.
P. ¿Y cuál es la
alternativa al sistema capitalista?
R. Nunca en la
historia ha habido alternativas preparadas. Cuando desapareció el feudalismo y
llegó el capitalismo no avisaron que a las doce terminaba uno y a las doce y un
minuto comenzaba el otro. Se fueron cambiando las estructuras económicas, los
señores feudales fueron perdiendo su poder, los burgueses de las ciudades lo
fueron ganando. Nació el capitalismo comercial, después otro financiero e
industrial. Y estamos en ese proceso hacia un capitalismo más humano que
permita que la gente pueda cubrir sus necesidades.
P. Con más de seis
millones de parados, ¿cómo es posible que no se produzca un estallido social?
R. Los medios de
comunicación han metido el miedo a los ciudadanos y la gente todavía tiene el
temor a perder las pequeñas cosas que le quedan. Si la historia de la humanidad
hubiera funcionado así, nunca se hubiera progresado. Si los primeros objetores
de conciencia al servicio militar no hubieran asumido la voluntad de ir tres
años a la cárcel, el servicio militar seguiría vigente en la actualidad. Si las
personas de color en Estados Unidos no se hubieran rebelado contra la
discriminación racial, los negros todavía irían de pie en los autobuses.
Nuestra obligación moral es perder el miedo y rebelarnos contra este sistema
enfermo, caldo de cultivo para la corrupción y con políticos y bancos que tanto
daño están haciendo.
P. ¿La
desobediencia civil puede ser una forma de rebelión?
R. Sí, siempre que
sea pacífica y no violenta.
Hemos montado una plataforma con
movimientos sociales y de izquierda para participar en las elecciones
catalanas. Así, nos habremos quitado la mala conciencia de decir que hay que
cambiar las cosas y no intentarlo
P. ¿Está preparada
la sociedad para ese movimiento?
R. Sí. Creo que
ahora las circunstancias son muy favorables para que esto se emprenda. Se ha
deteriorado tanto la situación que no hay otra alternativa. Le voy a contar un
caso que ocurrió en Barcelona hace unos años. Cuando concluyó la guerra de Irak
se formó un consorcio de 24 bancos a nivel mundial para captar fondos para su
reconstrucción. ¿Curioso no? Que los que más han ayudado a destruir Irak ahora
también se quieren lucrar con su reconstrucción. La Caixa formaba parte del
consorcio y en Barcelona no gustó nada esa idea. Así que organizamos una
campaña en tres fases. En la primera, repartimos pegatinas con el lema ‘La
Caixa gana dinero con la sangre de los iraquíes’. En un segundo momento, un
grupo de 80 voluntarios visitaron oficinas de la Caixa para entrevistarse con
sus directores y preguntarles por Irak. Y la tercera fase consistió en que un
grupo de 25 personas se acercaban en horas punta a las oficinas de la Caixa y
se ponían a gritar que rompían sus cuentas con la entidad por su actitud en
Irak. Al cabo de unas semanas, nos llamaron los responsables y nos pidieron que
dejáramos la campaña. ¿A cambio de qué?, les preguntamos. Unos días más tarde
abandonaron el consorcio. Siempre se puede conseguir que la sociedad secunde
iniciativas organizadas de desobediencia civil, de respuesta al poder
establecido.
P. Usted ya ha
buscado una fórmula para Cataluña, una plataforma que reúne a ciudadanos
indignados y movimientos de izquierda con el que pretende participar en las
próximas elecciones al Parlamento catalán.
R. Yo he creído en
eso, pero puedo equivocarme. Hay tanta gente que protesta que sería positivo
que se uniese. A la crítica le falta dimensión política para tirar hacia
adelante. La izquierda debería aprender y preparar más este tipo de
actuaciones, porque con la derecha es imposible ya que solo mira la cartera. Yo
no pertenezco a ningún partido, por eso en Cataluña he planteado una fórmula de
coalición electoral: movimientos sociales, personas individuales y corrientes
de izquierda. Todos se han subsumido en una candidatura de protesta con vistas
a las elecciones en Cataluña. Ya se han adherido más de 30.000 personas y hemos
empezado por reuniones en pequeños grupos locales. Dentro de dos años
celebraremos unas primarias para formalizar una candidatura. Así, nos habremos
quitado la mala conciencia de decir que hay que cambiar las cosas y no
intentarlo.
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