Ilustración: Juan Kalvellido |
La Munición
Silvia Delgado Fuentes
Que el ser humano es violentado de manera sistemática es
un hecho.
Es un estigma desde que nacemos.
No sólo por la fábrica de hambre y de guerra y de cárcel.
Es violentado porque si no se hace por la fuerza es
imposible sostener esta maquinaria que nos deja náufragos sin darnos cuenta de
que nos ahogamos.
El miedo, la incertidumbre, el acoso, las deudas, la
explotación, la enfermedad, la ignorancia, el terror gota a gota, metro a metro
esparcido sobre cada piel para violar la libertad del mundo y conseguir que
claudique.
Lo importante es aceptar que desde que nos levantamos
recibimos violencia por todos los costados.
Y no creernos los cuentos de esa paz arrodillada, tuerta
y bobalicona, que baja el pulgar si los pueblos se defienden.
Poner la otra mejilla, resistir la bofetada con las manos
sobre las rodillas, es ceder el paso a los que nos machacan.
Blindados por este discurso avanzan, avanzan, avanzan,
matan, matan, encadenan, matan.
El pacifismo es la munición con la que cargan sus armas.
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