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20 may 2015

CIUTADANS



Pedro Luis Angosto Vélez


Ciutadans y la extraña familia


A principiosdel siglo XX el republicanismo español estaba dividido en varias familias distantes de entre las que destacaban dos, el partido de Nicolás Salmerón integrado en Solidaridad Catalana y del que saldrían buena parte de los cuadros dirigentes de la Segunda República, y el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, un partido con una base ideológica escasa que hacía de la demagogia populista su principal arma. Haciendo gala de un anticlericalismo ficticio y con unas arengas incendiarias contra la patronal barcelonesa, el radicalismo lerrouxista llegó a ser una de las principales fuerzas del panorama político catalán hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera, movimiento sedicioso ante el que Lerroux guardó el mayor de los silencios. Desaparecida la dictadura, el dirigente radical volvió al ruedo político para firmar el Pacto de San Sebastián que traería de nuevo la República. En las legislativas de Junio de 1931, el Partido Radical fue el segundo más votado tras el socialista, obteniendo noventa diputado en todo el Estado con un fuerte crecimiento en buena parte del mismo y un descenso notable en su feudo catalán.  Sin embargo, al constituirse el primer Gobierno Azaña pasó a la oposición –Lerroux creía que le correspondía a él dirigir los designios del nuevo régimen- para dedicarse con tesón al obstruccionismo, iniciando de ese modo el camino que le llevaría a compartir gobierno con la CEDA, principal partido católico y antirrepublicano de aquellos años.

La historia no se repite, pero aunque cada vez se materialice de forma distinta según el contexto temporal, hay cosas que no se pueden obviar. Ciutadans nació en Cataluña en Junio de 2005 como respuesta al nacionalismo imperante, rasgo este que también caracterizaba al Partido Radical, que surgió de una escisión de Unión Republicana ante el avance del catalanismo. De parecida manera los dos partidos quisieron y quieren pescar en las revueltas aguas de eso que llaman clases medias mezclando una serie de mensajes cambiantes con el único objetivo de agradar los oídos del futuro votante. Ambos, también, nacieron en Cataluña para extenderse después a todo el Estado. Ya sabemos que el demagogo Lerroux terminó su vida política al permitir que la ultraderecha cedista llegase al poder en 1933, pero, ¿qué hay detrás de Ciudadanos? ¿Cuál es su ideario? ¿Cuáles sus objetivos? A estas alturas nadie puede ignorar que Albert Rivera –dirigente político jaleado por la escuadra mediática oficial como pocas veces se ha visto- fue militante de Nuevas Generaciones del Partido Popular entre 2002 y 2006, militancia que dejó poco antes de ser elegido para el puesto que actualmente ocupa; tampoco sus contactos íntimos con la ultraderecha catalana y del resto del Estado, en numerosas ocasiones ha acudido a manifestaciones junto a Falange, Tramuntana, Som Catalans, somos españoles o Plataforma per Catalunya,  grupos junto a los que convocó diversas concentraciones de rancio abolengo, siempre con la gratísima compañía de la lideresa, y sin embargo amiga, del Partido Popular Catalán Alicia Sánchez Camacho. Por si fueran pocas pistas para saber cuál es la senda por la que caminan Albert Rivera y sus chicos, baste recordar que el 13 de octubre de 2013 montaron un gran guirigay en el Parlament de Catalunya justo cuando se iba a votar una condena al franquismo, régimen que parecen tener bien guardado y cuidado en su fondo de armario. Si a todo esto añadimos que votó junto al PP para suprimir la asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles y para permitir la privatización de servicios sanitarios públicos, el perfil ideológico de la formación que dirige Albert Rivera no deja lugar a dudas pese al énfasis que pone la propaganda en presentarla como la gran esperanza de regeneración del país.
Mientras Ciutadans circunscribió su espacio electoral a Cataluña, el Partido Popular, que pugnaba por el mismo electorado, mantuvo una fluida relación con el nuevo grupo para pasar a combatirlo abiertamente cuando anunció que ampliaba su ámbito a todo el Estado. Empero, conforme las encuestas comenzaron a anunciar el desplome de la formación franquista fundada por Fraga Iribarne, los estrategas de la Cueva de Alí Babá se pusieron a hacer cuentas para evitar la catástrofe: Visto que no vamos a ganar las elecciones en ningún caso –se dijeron-, la única posibilidad de seguir gobernando es poner toda nuestra armada mediática al servicio de Albert Rivera para conseguir que sea él quien nos de los votos que nosotros no vamos a sacar. Dicho y hecho, sólo hay que dar un ligero repaso a las hemerotecas para comprobar que desde noviembre del año pasado se ha producido un cambio cualitativo y cuantitativo en la información que se da sobre Ciudadanos, dentro de un proceso que indudablemente conducirá en breve a la beatificación de su líder y a erigirle una estatua en Torreciudad junto a la de San José María Escrivá de Balaguer por la gracia de Dios.
Evolucionar es un hecho admirable siempre que la evolución sea verdadera y no una mera estrategia. En la genial película de Woody Allen Todos dicen I Love You el hijo de Alan Alda sufre un síncope que obliga a ingresarlo en un hospital. Tras los oportunos reconocimientos, el médico conversa con Alda y le dice: “No se preocupe, todo está bien, su hijo tenía un coágulo en las arterias que le inutilizaba parte del cerebro. Es posible que lo tuviese desde la más tierna infancia y que haya dicho y hecho muchas tonterías a causa de esa lesión, pero ya está disuelto y ahora se comportará adecuadamente….”. Efectivamente, el hijo dejó de militar en las juventudes del Partido Republicano de los Bush, comenzó a leer, se hizo ferviente defensor de los derechos humanos y un comprometido activista ecologista. Es posible que a Albert Rivera le haya pasado algo parecido, pero poco probable, lo que no cabe duda es que es el candidato elegido por la derecha mediática del Estado para posibilitar cuatro años más de gobierno del partido de Fraga.


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