Autor: Diego García Villalón
Juan Villalón Jiménez nace en el pueblo de Alcalá del Valle, situado en la Serranía de Cádiz, en el mes de Noviembre de mil ochocientos setenta y dos, hijo de Antonio y María.
Casado con Rafaela Dorado Ayala, de cuyo matrimonio nacieron siete hijos, Bartolomé, María, Antonio, Antonia, Rafaela, Felipa y Cristóbal.
Juan Villalón trabaja de jornalero en labores agrícolas en su pueblo natal y en la década de los años 1920/1930 emigra con toda su familia al pueblo de la provincia de Sevilla de Morón de la Frontera, donde arrienda una finca de labor en el cortijo de Arenales, propiedad del Conde de la Maza.
Hombre emprendedor, trabajador y tenaz, pronto comienza a prosperar y aumentar su volumen de negocio. Dadas las características de su personalidad y su talante acogedor, continuamente vienen a su casa familiares y paisanos a los que les da cobijo en su casa, quedándose la mayoría a trabajar en su finca por largas temporadas, tanto en el laboreo normal como en el desmonte de terreno de dehesa que convertía, a base de azada, en terreno de labor.
Como su economía mejora a buen ritmo, compra una casa en Morón y una finca en el entorno del cortijo de la Amarguilla. Empieza a mecanizar las labores del campo comprando una de las primeras máquinas de segar que empiezan funcionar en esa zona.
Cuando se produce la sublevación militar del 18 de Julio de 1.936, permanece con su esposa, sus hijos y trabajadores en su finca del cortijo Arenales, empleado en la recolección de la cosecha. En ningún momento se plantea dejar la casa y escapar hacia lugares más seguros, dado que nunca había intervenido en manifestaciones ni alborotos, frecuentes en esos años, ni había cometido ningún acto que pudiera considerarse punible o contrario al orden que sublevados pretendían imponer.
El día 13 de Agosto fueron a buscarlo a su casa un grupo de falangistas, que después de interrogarlo y propinarle una paliza, lo llevaron detenido a Morón. Desde el lugar de detención en Morón lo sacaron para llevarlo a una encrucijada en la carretera de Morón a Montellano, donde lo asesinaron y dejaron abandonado su cadáver en medio del campo. A los dos días asesinaron a su esposa y a su hija mayor en el mismo lugar. Asesinaron además a otros dos hijos varones y el resto hijos, salvo una hija, tuvieron que escapar del pueblo para no correr la misma ó parecida suerte.
Los sublevados decomisaron todas sus pertenencias, la cosecha del año, los aperos de labranza, las yuntas de mulos, caballerías y demás ganado, su casa de Morón y su finca próxima al cortijo de la Amarguilla.
Existe certificado de defunción del Registro Civil de Morón de la Frontera de su asesinato, el de su esposa y el de sus tres hijos “a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra”.
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