Kelia Fernández Martínez |
Keila Fernández Martínez
Lda. Filosofía Miembro Comité
Provincial PCE Granada
El origen
etimológico de lapalabra capitalismo proviene de la idea
de capital y su uso para la propiedad privada de los medios de producción, que son los que utilizamos las personas (fábricas,
oficinas, máquinas,…) para producir a través de nuestro trabajo, los bienes
necesarios para la vida.
La propiedad
privada tiene su origen cuando una minoría privilegiada adquiere el poder y
consigue así dominar a una mayoría desposeída, esto da lugar a una apropiación
y desigualdad de los medios de producción y de los bienes de uso.
En este cambio
social, se comienza a convertir a los medios de producción en fines en sí
mismos, quedando el ser humano subordinado a ellos y siendo reducido a un mero
instrumento productivo, no se considera ya a la persona como un fin en sí
misma. Esta situación es la que describe Marx como alienación del hombre,
cuando el trabajador se convierte en mercancía y deja de reconocerse en el
producto de su trabajo (que pertenece a los propietarios de los medios de
producción) considerándose como algo ajeno a él.
La enajenación o
extrañamiento es aquel estado que sufre toda persona que no es dueña de sí
misma, ni responsable última de sus acciones y pensamientos. En esta sociedad
de explotación capitalista es la condición en la que se encuentra esa mayoría
oprimida a causa de la propiedad privada de los medios de producción.
En las antiguas
sociedades esclavistas nos encontramos con la figura del amo, aquel que
dispone totalmente del esclavo, de su cuerpo y de su persona. El esclavo no
posee libertad alguna, y los objetos de su trabajo son propiedad del amo, Marx
afirma que lo mismo ocurre en este sistema donde el ser humano se hace cosa, una mera mercancía, y
es usado como una herramienta más en esa cadena de producción de bienes. Porque la mercancía se define como un producto destinado únicamente a
la venta y al mercado, no se tiene tanto en cuenta su utilidad como la capacidad de venderse y de transformarse en valor de
cambio, es decir, en dinero.
En el modo de
producción capitalista la fuerza de trabajo del obrero es el material de
explotación del capital, mientras que para uno su cuerpo es su medio de
supervivencia, para el burgués supone toda una fuente de acumulación de
riquezas. De este modo, el valor de una persona ahora depende de su potencial
laboral, es decir, del beneficio que se pueda sacar de él. Marx lo define así: “La
producción capitalista no es ya producción de mercancías, sino que es,
sustancialmente, producción de plusvalía”
A diferencia de la
mayor parte de la tradición filosófica que definía la esencia del ser humano
apelando a un ser abstracto o ideas externas, Marx entiende a la persona como
un ser real que se produce a sí mismo y lo hace a través del trabajo en una
sociedad y Estado al que pertenece históricamente: “La esencia humana no es
algo abstracto e inherente a cada individuo, es en realidad, el conjunto de las
relaciones sociales”.
Los seres humanos
tenemos la capacidad para transformar la naturaleza y humanizarla creando
objetos que ponemos a nuestro servicio. Esta es la máxima expresión de nuestro
desarrollo y realización como humanos. Pero en el estado de enajenación no se
reconoce esa satisfacción personal como resultado de una actividad libre y
placentera, sino que es un trabajo forzado y destinado a la creación de
riquezas que quedan fuera de nuestro alcance.
Asistimos a un
régimen de producción capitalista en la que todo lo que hay a nuestro alrededor
es sometido a una escala de valores mercantilista, el consumismo exacerbado que
marca nuestra sociedad es un claro ejemplo de ello. Hoy día, las cosas se
fabrican para usar y tirar, continuamente renovamos cada uno de nuestros
electrodomésticos cotidianos y demás enseres por otros nuevos, no tenemos una
relación con ellos más allá que su mero uso muy transitorio y temporal. Un
consumo disparatado que se nos vende diariamente de modo masivo, a través de la
televisión y multitud de anuncios e imágenes, intentando convencernos de que
necesitamos comprar esos productos porque así seremos más libres y felices.
Esto causa gravísimas repercusiones cuando dicha visión se comienza a hacer
extensible también a nuestras relaciones con las personas, entonces las vemos
como cosas que se usan para el propio beneficio y que cuando no sirven en el
mercado laboral nos desprendemos de ellas sin ningún miramiento. No es más que
el resultado de esta cruel ética inhumana del sistema capitalista, en la que se
presta más valor al capital que a la vida humana, es la explotación del ser
humano por el mismo ser humano.
Pero aún hay otro
rasgo mucho más criminal de este sistema despiadado y asesino, porque si la
desigualdad social es el rasgo definitorio de la vida en el
capitalismo, lo es mucho más la muerte prematura en la
clase obrera.
La muerte por
definición es un fenómeno individual y natural al que todo hombre está sujeto
en iguales condiciones que otros. Pero hay otro aspecto aquí en juego, que es
una atrocidad inaceptable y derivada de este régimen explotador, y de la cual
ya Marx nos advertía, nos referimos a la “muerte del trabajador”. Esta ya no es
algo producido naturalmente sino que es provocada por ese robo de la libertad y
de la vida propia del trabajador por parte del insaciable capital dominante que
va absorbiendo su vida hasta agotarla.
El sistema
capitalista sitúa a la humanidad por debajo de la propiedad, se alimenta de la
pobreza y el sufrimiento de miles de millones de personas para producir la
riqueza de unos pocos. Capitalismo es muerte, porque destruye e impide las
libertades creativas de las personas condenándolas a la explotación por parte
de las clases dominantes, es una muerte lenta y dolorosa de la vida espiritual
de los seres humanos, no deja un solo espacio de la vida que no esté sometido a
su maquinaria de dominación.
El
neoliberalismo, tal como se viene desarrollando desde los años 70, adquiere una
nueva visión y un objetivo político internacional, en línea de la llamada
globalización. Estamos ante nueva fase de desarrollo en la que produce una
supresión de las fronteras para los productos, un capitalismo mucho más
salvaje, que arrastra con la destrucción de los sindicatos, el no respeto de la
seguridad social y a la jornada de las ocho horas de trabajo, etc. Aparecen
nuevas formas de opresión, como por ejemplo es lo que podríamos llamar la
dictadura hipotecaria o el fenómeno del endeudado, la figura del obrero pasa a
centrarse en la relación acreedor-deudor que termina por conducirlo
directamente a la marginalidad política, la deuda ahora es el motor de
acumulación del sistema capitalista. La vivienda que debería ser un derecho
universal, se convierte ahora en una deuda hipotecaria que además los bancos
compran al estado para obtener mayor liquidez. Y al igual ocurre con la venta
de los fondos de pensiones, seguridad social, educación, etc.
El
capitalismo actual, si bien en su raíz continúa siendo el mismo que estudiaron
los clásicos de la economía política o también Marx, presenta cambios en su
expansión. Ahora gran parte de sus medios de dominación se basan en la
especulación, en el mundo de las finanzas de orden global, que cada vez más
deja fuera a parte de la población hundiéndola en una pobreza que es cada vez “más extensa, más
intensa y más crónica” (como señaló en su informe Sebastián Mora,
secretario general de Cáritas)
Por eso, hoy día
la clase obrera y trabajadora estamos llamados a la revolución, a la lucha por
la reapropiación de nuestro trabajo, nuestra libertad y de nuestras vidas. Es
nuestro deber exigir una mejora de nuestras condiciones de vida y de trabajo, y
también de todas las estructuras económicas y políticas, para crear una
sociedad donde se nos permita nuestra libre capacidad de autodeterminación y
desarrollo espiritual de nuestras vidas. El marxismo ya afirmaba que “la
liberación de la clase obrera es obra de la clase obrera misma” y otorga a
las masas el papel determinante, ubicándolas como la fuerza motriz de la
historia y que juegan un papel revolucionario y reaccionario cuando su
actuación va en contravía del movimiento general de la sociedad.
Como bien afirma
en su discurso el educador e izquierdista brasileño Paulo Freire: “Nadie
libera a nadie, nadie se libera sólo, los hombres y las mujere se liberan en
comunión”, y en su mensaje añade “el futuro es hecho por nosotros mismos
a partir de la transformación del presente”.
El marxismo, ha de
ser nuestra teoría revolucionaria de referencia, porque el pensamiento de Marx
aún hoy sigue perteneciendo a nuestro tiempo, pero hay que retomarlo como una
teoría que sea praxis, la acción humana como acción transformadora e
instrumento de cambio, Marx escribe: “Los filósofos se han limitado a
interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de
transformarlo”, y ese ha de ser nuestro objetivo.
El proletariado ha
de iniciar su lucha para garantizar su hegemonía en la conducción del
movimiento revolucionario. La única clase que es capaz de llevar la sociedad a
la abolición de toda forma de opresión y explotación es la clase obrera, para
reclamar su dignidad obrera contra la esclavitud laboral y
la lucha por la transformación socialista de la sociedad.
Pero una acción, no tiene valor social si no es una práctica revolucionaria, y
para ello no puede proceder de individuos aislados, sino de una conciencia de
clase con objetivos comunes, se trata de una fuerza colectiva.
Lentamente, ya se
comienzan a gestar los signos de esta nueva revolución, cada vez más personas
son conscientes de esta situación y empiezan a emprender pequeñas acciones y
frentes de lucha a este sistema. La marcha se inicia con la unión de todos los
movimientos sociales, como: las mareas, el movimiento 15M, y otras asambleas
populares; que se unen para la defensa de los derechos del pueblo en una unidad
contra la guerra económica de la burguesía y la hegemonía política de la
derecha. También hay que hacer una relevante mención a los partidos más
históricos, como el PCE que han demostrado estar abiertos a esta realidad, han
jugado y por supuesto juegan hoy día un papel fundamental en esta marcha
tejiendo alternativas. Por eso los comunistas tenemos un cometido clave que es
continuar en esa tarea aportando nuestro enfoque en esta batalla al capitalismo y el régimen político en que se sustenta.
La revolución ha
de contar con organización popular consciente del rol que debe jugar para
convertirse en sujetos históricos de transformación social, dispuestos a una
lucha constante y un salir a tomar las calles. Se trata de la formación de una
conciencia para crear alternativas y propuestas hacia la creación de un nuevo
proceso constituyente hacia un nuevo estado democrático, de igualdad y derecho.
Según Marx, comprender la realidad debe implicar transformarla. Y transformarla,
es arrojar, mediante la revolución, el modelo burgués al abismo y sustituirlo
por el modelo igualitario y social del comunismo, un proyecto global y
unitario.
Ya nos decía Lenin
que “La victoria de la revolución será la dictadura del proletariado y el
campesinado”, y nos corresponde a nosotros ese papel como clase explotada
en pie de lucha en el contexto actual, es la voz del obrero explotado y
oprimido la que al fascismo sabrá vencer.
la religión del marxismo... metieron 150 millones de muertos debajo de la alfombra para hacer alarde de una presunta superioridad moral, criticando al sistema que sacó de la pobreza a la humanidad.
ResponderEliminarDe dónde sacaste esa cifra tan ridícula? del Libro Negro del Comunismo? si investigaras un poquito antes de REPETIR sabrías que es una cifra falsa que incluso miembros de ese proyecto han reconocido como tal. El Capitalismo no sacó de la pobreza a la humanidad, de hecho, ahora hay más pobres que nunca y la desigualdad es la más grande de la historia. Decir que el Marxismo es una religión también es bastante risible, es evidente que no has leído absolutamente nada de los trabajos de Marx, el Marxismo, que tiene como base filosófica el materialismo, es mucho más objetivo y científico que cualquier otro modelo explicativo de la realidad, sin ir más lejos los detractores del Marxismo en su mayoría son idealistas y basan sus ideas en hipótesis pseudocientíficas, como por ejemplo, Milton Friedman y la Praxeología, o el Objetivismo de Ayn Rand que comete una serie de falacias naturalistas que dejan mucho que desear, imagino que no te has detenido por un momento a cuestionar a dichos autores que, a diferencia de Karl Marx, si escribían con un sesgo ideológico.https://ateneotarsisrepublicana.blogspot.com/logout?d=https://www.blogger.com/logout-redirect.g?blogID%3D323721673077003284%26postID%3D6609051222730502740
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