Autor/a: Félix
J. Montero Gómez
Manuel Ojeda
Espinosa tenía 33 años cuando, al término de la guerra, fue hecho prisionero
en la provincia de Alicante y recluido en el campo de concentración de
Albatera; donde el 1 de mayo de 1939 y en la ficha clasificadora que le
hicieron, sus guardianes anotaron que estaba reclamado por la Falange de
Alcalá de Guadaíra, por haber pertenecido al comité revolucionario.
Unos dos meses
después, el alférez de infantería Miguel Sánchez Hernández inició contra él,
desde Utrera, un procedimiento sumarísimo de urgencia por orden de la
Auditoría de guerra del ejército del sur; y, en respuesta a la petición de
informes que dicho alférez formuló a las autoridades de Alcalá, emitieron los
suyos respectivos: el comandante del Puesto de la guardia civil, José Pachón
Serrato; Manuel Pérez Díaz, el juez municipal; Francisco Mesa Santos, el jefe
de la llamada Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva
Nacional-Sindicalista; y Miguel Florido de los Ríos, el alcalde.
El cabo Pachón
informó que Manuel Ojeda Espinosa estaba afiliado al partido socialista, de
cuya “Junta directiva” era vocal, y formó parte del “comité anti-fascista” de
Alcalá; de ideas muy izquierdistas, observó mala conducta en general y,
durante los días del dominio rojo, se distinguió en todos los actos
vandálicos, participando en los incendios de iglesias y casas particulares; y
a la entrada de las fuerzas nacionales en el pueblo huyó con dirección a la
zona roja.
A su condición de
huido también aludió el juez Pérez Díaz; el cual, tras constatar que carecía
de antecedentes penales en el Juzgado de Alcalá y que no figuraba como
interventor de ningún candidato del Frente popular en las elecciones del 16
de febrero de 1936, agregaba que Manuel Ojeda, “de ideas izquierdistas
avanzadas de siempre”, era directivo socialista y fue uno de los más
destacados en la propaganda marxista con anterioridad a los sucesos
revolucionarios ocurridos en la localidad, habiéndose distinguido en éstos
como dirigente; aunque reconocía el juez que no había “podido averiguar ni
concretar los hechos que realizara” el hombre sobre el que estaba informando.
El jefe local de
los falangistas expresó en su informe que Ojeda, conocido por Tragacuras,
pertenecía, antes del 18 de julio de 1936, al partido socialista y se destacó
en Alcalá como elemento izquierdista y agitador; dio instrucciones para que
se detuviera a los afiliados pertenecientes a Falange Española, siendo uno de
los detenidos por orden suya Alfonso González Fernández-Palacios, al que
delató en Sevilla y por esta causa fue detenido. Elemento destacado en los
días que Alcalá estuvo en poder de las hordas rojas, se dio a la fuga cuando
entraron las tropas nacionales.
Por último, el alcalde Florido acusó a Ojeda de pertenecer “al partido
Comunista” y de haberse destacado como dirigente en la detención de personas
de orden y en los incendios de las iglesias y casas particulares. “Votó por
el Frente Popular” y “es ateo” señaló; y se distinguió en sus manifestaciones
contra el clero, siendo conocido por el sobrenombre de Tragacuras. Florido
también decía de Manuel Ojeda que era de ideas extremistas, que actuó en
cuantos actos se organizaron por los elementos del Frente popular, y que si
no pudo ser detenido fue porque huyó “a la Zona Roja al entrar las fuerzas
libertadoras el día 21 de Julio de 1936”. Para testificar sobre la actuación
del inculpado, el alcalde de Alcalá dio los nombres de los vecinos Manuel
Pérez Chacón, domiciliado en la calle Salvadores, número 19, y “Don Alfonso
González Fernández-Palacios, quien fue detenido en Sevilla por su orden los
días antes del Movimiento”.
Manuel Pérez
Chacón, tonelero, de 28 años, declaró que conocía a Manuel Ojeda Espinosa,
alias Tragacuras, el cual siempre había sido dirigente del partido socialista
y “gran perturbador”; constándole al testigo que, como significado marxista,
el encausado “estuvo” en los actos vandálicos realizados en Alcalá. Este
hombre, que fue concejal del primer Ayuntamiento presidido por Francisco
Mesa, acusó a Ojeda de cosas muy concretas: El día 5 de julio de 1936 iba
capitaneando un grupo de extremistas “como de unos ventidós individuos” y me
agredió con un revólver que no disparó; de ese grupo formaba parte, ya que lo
reconocí, Juan Fernández Alcantarilla, de filiación comunista y directivo de
este partido, que ahora se encuentra encuadrado en la 17 Bandera de la
Legión. Durante los días del dominio rojo, Manuel Ojeda también detuvo a José
Orea Rodríguez, de profesión corredor de cereales, domiciliado en la
Plazuela, “al cual condujo en calidad de detenido a la cárcel de esta
localidad, amenazándolo constantemente con arma de fuego así como a la
familia de este señor”.
De la misma edad que Pérez Chacón, el conocido como Alfonso Ibarra, perito
mercantil de profesión, y con domicilio en la cuesta del Águila, número 12,
también dijo que conocía a Ojeda, alias Tragacuras: Era un elemento muy
significado “de Izquierda Republicana”, que intervino muy activamente en las
elecciones de febrero de 1936 y que, durante el periodo frentepopulista,
desarrolló una labor muy activa dentro y fuera de los sindicatos, mostrándose
siempre en actitud violenta y amenazadora hacia las personas de orden. A
principios de julio agredió, en unión de varios otros a los que capitaneaba,
“al conocido Falangista de esta localidad Manuel Pérez Chacón”, el cual
resultó contusionado. Y al propio declarante, por ser también “un destacado
Falangista en esta localidad”, lo denunció en la comisaría de la calle
Jáuregui. Como consecuencia de dicha denuncia, el testigo fue detenido e ingresado
en la cárcel provincial de Sevilla, a disposición del gobernador civil; y
estando en prisión le sorprendió el glorioso movimiento nacional; razón por
la cual ignoraba la actuación y conducta desarrollada por el encartado
durante los días del dominio rojo en Alcalá. Aunque sabía por referencias,
añadió el falangista, que Ojeda había actuado en los actos vandálicos
acaecidos en el pueblo.
El alférez Sánchez
Hernández también les tomó declaración, en Alcalá, a otros cuatro testigos,
de los que no consta quien los propuso. Se trataba del electricista, de 56
años, Manuel Sutil de la Costa, vecino de la casa número 24 de la Cañada; el
industrial Federico Orozco Domínguez, de 35 años, con domicilio en la calle
Arahal, número 12; José Luis Espinosa Ruiz, también industrial, de 42 años,
domiciliado en la calle Gandul, número 14; y José Orea Rodríguez, de 58 años,
“Corredor Colegiado”, que vivía en la Plazuela, número 4.
El primero de ellos
ignoraba la actuación de Manuel Ojeda durante los días del dominio rojo porque
permaneció oculto en su casa, con la familia, “por temor a ser víctima de los
elementos revolucionarios”; pero sí sabía que el hombre conocido como
Tragacuras era un elemento izquierdista que tomó parte muy activa en las
elecciones de febrero de 1936, con motivo de las cuales cometió “muchos
atropellos en las personas de orden”; y que, en el periodo del Frente
popular, su principal acción la desarrolló en los sindicatos, organizando
mítines y produciendo conflictos sociales “con el fin de perturbar y crear
enemistad entre las clases sociales”.
Federico Orozco,
cuyo hermano Manuel fue uno de los seis vecinos de Alcalá detenidos e
ingresados en el depósito municipal el 18 de julio de 1936, declaró que
Ojeda, al que conocía “como afiliado a Izquierda Republicana”, hacía
constantes manifestaciones de sus ideas antirreligiosas y actuaba
violentamente en la vía pública; intervino como apoderado en las elecciones
de febrero de 1936, “solamente por la tarde” puesto que su profesión le
impedía hacerlo por la mañana; formó parte, durante el periodo del Frente
popular, de grupos extremistas “con el fin de perturbar el orden unas veces,
y otra de agredir con palos” al vecino Manuel Pérez Chacón, “por ser éste
conocido como Falangista”, el cual resultó contusionado; y le constaba al
testigo que, durante los días del dominio rojo, Manuel Ojeda Espinosa, alias
Tragacuras, capitaneó a un grupo de escopeteros que patrulló por las calles
en un automóvil, aunque no podía concretar los actos vandálicos “en que
hubiera actuado”, por encontrarse el declarante oculto, “temiendo ser víctima
de los marxistas”.
Conocido también por el apelativo de Correa, José Luis Espinosa Ruiz, que
había sido concejal republicano del Ayuntamiento de Alcalá, no electo sino
por nombramiento gubernativo, durante el periodo de julio de 1934 a febrero
de 1936, manifestó sobre su pariente Manuel Ojeda que era un significado
elemento extremista, que actuó como apoderado en las elecciones de febrero de
1936 y, durante el periodo del Frente popular, fue un gran propagandista y
agitador “tanto fuera como dentro de los Sindicatos, tomando parte en mítines
y actos de propaganda tanto en esta localidad como en algunos pueblos de la
Provincia”. Este testigo sabía “por referencias” que, durante los días del dominio
rojo, el encartado había patrullado en un automóvil con otros varios
dirigentes e intervenido en los incendios y saqueos ocurridos en Alcalá,
aunque ignoraba “concretamente en cuales”, porque estuvo oculto en su
domicilio por temor a ser “afectado” por los extremistas, ya que era “muy
conocido como persona de orden”.
Según el cuarto testigo, José Orea Rodríguez, a la misma razón de ser
conocido como persona de orden se debió que él, durante los días del dominio
rojo, fuera detenido y conducido a la cárcel de Alcalá “por dos individuos”,
uno de ellos desconocido y “fallecido” el otro. Luego, el día 20 de julio, y
por encontrarse enferma su esposa, lo llevaron nuevamente a su domicilio,
“constituido en prisión”, con una pareja de escopeteros montando guardia a la
puerta de la casa. A estos escopeteros, uno de ellos desconocido y el otro
apodado “el hijo de Aguilita la Palomita”, Manuel Ojeda, que iba armado con
una pistola, les dio severas órdenes en los términos siguientes: “Que si
vieran ellos que el testigo hacía intención de asomarse bien por la puerta o
ventana hicieran fuego inmediato sin consideración de ninguna clase”. Orea
expresó que, ya “con anterioridad al Movimiento Nacional”, conocía al
encartado, un sujeto peligroso y “muy significado anarquista”, que siempre se
jactaba y daba patentes muestras “de anarquismo y ateismo con palabras
ofensivas hacia el clero y la Religión Cristiana”. Que, durante las
elecciones, desarrolló gran actividad para organizar “actos de sus
creencias”; y que, durante el periodo del Frente popular “y como elemento
significado y de acción de la CNT”, hizo constantes “demostraciones
amenazadoras contra las personas de orden”. Orea declaró, por último, que no
sabía si Manuel Ojeda Espinosa, alias Tragacuras, participó directamente en
los saqueos e incendios acaecidos en Alcalá, porque, como ya había
manifestado, él se encontraba detenido.
El 30 de abril de 1940, el alférez provisional de infantería Roberto González
Nandín González, actuando como juez militar de Utrera, lo procesó por
rebelión militar porque “antes del Glorioso Movimiento Nacional pertenecía al
partido comunista, habiendo actuado en cuantos actos se organizaron por los
elementos del Frente Popular, destacándose como dirigente en las detenciones
de personas de derechas y en los incendios de las iglesias y casas
particulares. Es ateo”, se distinguió por sus manifestaciones contra el
clero, lo que le valió el mote de Tragacuras; y, a la entrada de las fuerzas
nacionales en Alcalá de Guadaíra, huyó a la zona roja.
Veintisiete días
después, en la prisión de Elche, Manuel Ojeda Espinosa explicaba que él, en
agosto de 1932, se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y el 15
de abril de 1933 se pasó a Izquierda Republicana, dándose de baja en el mes
de noviembre de ese mismo año. No había ocupado cargo alguno en tales
partidos ni estuvo afiliado nunca a ningún sindical; y, durante “el dominio”
del Frente popular, tampoco ocupó ningún cargo directivo ni político. Como no
había sido miliciano ni tenido conocimiento de la comisión de hechos
delictivos en las unidades en las que prestó sus servicios durante la guerra.
Ojeda también relató lo siguiente:
El día 18 de julio
de 1936 me encontraba repartiendo pan en Sevilla, y a la una, o un poco más,
de la tarde me marché para mi pueblo, Alcalá de Guadaíra, a entregar el
dinero recaudado y el animal que me servía para hacer el reparto. Seguí en
Alcalá hasta el día 21 siguiente en que entraron las fuerzas nacionales en el
pueblo, hecho éste que a mí me sorprendió acostado en mi domicilio; entonces,
al oír los tiros, salí de mi casa y, ante el barullo formado, monté en un
camión que me llevó hasta Málaga. En Málaga estuve hasta el 25 de enero de
1937 en que fui incorporado “al Ejército rojo” y, tras la caída de esta ciudad,
pasé a Almería, en donde se reorganizó la unidad a la que pertenecía, y con
ella marché al frente de Pozoblanco. Aquí, el jefe de la brigada me nombró
teniente, por falta de personal, y fui herido en el brazo derecho el 11 de
abril de 1937: de modo que actué como teniente menos de un mes. Estuve
ingresado en diversos hospitales y, mientras me encontraba en el de Sax, en
la provincia de Alicante, me sorprendió “la Liberación total”, habiendo sido
dado como inútil de guerra como un mes antes de su terminación. Fui detenido
por las fuerzas nacionales en Monóvar.
Procedente de la prisión “Fábrica nº 2” de Elche, lo trajeron a la cárcel de
Sevilla y en ella, el 9 de mayo de 1941, le leyeron el escrito de acusación
del fiscal jurídico militar; según el cual, el procesado Manuel Ojeda
Espinosa, vecino de Alcalá de Guadaíra, perteneciente “al partido comunista”
y destacado por su persecución a las personas de orden, tomó parte en grupos
que detuvieron a dichas personas, y en registros, incendios y saqueos; huyendo
a zona roja donde fue teniente. El fiscal, que también lo acusaba de ateo,
consideró que era autor de un delito de auxilio a la rebelión.
Para que los
tuviera en cuenta el Consejo de guerra que habría de juzgarlo, Manuel Ojeda
consiguió y aportó tres avales: uno del capellán Manuel Milla; otro de
Antonio Carrera Teba, hermano del alcaide de la cárcel de Alcalá; y otro del
vecino de la calle Barcelona, número 10, Camilo Mantecón Ramos. El de éste
iba firmado, además, por José Jiménez, Antonio Espinosa Ballesteros, Joaquín
Martín y Manuel Bulnes Fernández, y decía: “me consta a mi completa
satisfacción” que Ojeda no perteneció nunca a partidos políticos de ninguna
índole; así mismo “hago constar que, por referencias que me son facilitadas,
merecedoras de la más completa garantía, el referido Manuel Ojeda Espinosa
perteneció, como Hermano, a la Hermandad del Santo Entierro, de esta ciudad”.
Con domicilio en la calle Sánchez Perrier, número 5, la casa de la cárcel
municipal, Antonio Carrera manifestaba en su escrito, firmado también por
José Martín, Emilio Reyes, Enrique Bulnes y Antonio Muñiz, que le constaba “a
su completa satisfacción” que Manuel Ojeda no perteneció nunca a partidos
políticos de ninguna clase; y que, “por el contrario”, perteneció “a la Hermandad
del Santísimo Entierro de esta localidad, de cuyo extremo puede dar
testimonio la susodicha Hermandad, con referencia a sus libros y talonarios
de cobros de recibos por cuota”. En cuanto al aval del capellán Milla, se
trataba de una carta dirigida al defensor de Ojeda, que decía:
“Muy Sr. mío: Acabo
de enterarme que defiende V. a Manuel Ojeda Espinosa de Alcalá de Guadaíra.
Me alegro muchísimo que esté en sus manos este asunto, pues se trata de un
muchacho que ha observado durante todo el tiempo que lo conocí antes del
Movimiento buena conducta así como toda su familia. Cuanto haga V. en su
favor es de justicia y Dios se lo pagará”.
A las once de la
mañana del día 10 de enero de 1942 y en la sala de actos situada en la planta
baja del pabellón central de la plaza de España, en Sevilla, se celebró el
Consejo de guerra, cuya sentencia declaró probado que Manuel Ojeda era de
malos antecedentes y desde 1932 pertenecía al Partido Radical Socialista,
habiéndose distinguido en Alcalá de Guadaíra “por su acentuado ateísmo que le
valió el apodo de Tragacuras”; intervenía en los actos organizados por la
política izquierdista y en los conflictos sociales que se promovían;
persiguió a los elementos de derechas, habiendo denunciado en Sevilla, días
antes del Movimiento, al falangista Alfonso González Fernández-Palacios, el
cual fue ingresado en la cárcel; durante el dominio rojo en Alcalá de
Guadaíra, patrulló con armas y se le vio en un automóvil con algunos
dirigentes; intervino en la detención de su convecino José Orea Rodríguez y
dio órdenes a los que dejó vigilándolo de que si se asomaba a la ventana le
pegasen un tiro; y, al ser liberada “la Plaza” huyó a Málaga, ingresó
voluntario en el ejército y llegó a teniente. Considerado autor de un delito
consumado de auxilio a la rebelión militar, el Tribunal lo condenó a la pena
de doce años y un día de reclusión; y el 20 de diciembre de 1948 le
concedieron el indulto.
Hasta el 21 de
julio de 1936, Manuel Ojeda Espinosa, nacido en Alcalá el 18 de marzo de 1905
y panadero de profesión, vivió en la calle Arahal, número 15, con sus padres,
alcalareños los dos: el campesino Antonio Ojeda Jiménez, de 61 años, y
Encarnación Espinosa Pérez, de 57; y con sus hermanos, todos nacidos también
en Alcalá: Ángeles, costurera, de 28 años; Isabel, almacenista, de 25;
Amparo, costurera, de 22; y José, carpintero, de 21. Éste se alistó a la
Legión y murió en acción de guerra en el otoño de 1938, con 23 años.
Manuel Ojeda se
casó, en Alicante, durante la guerra, con Encarnación Moreno Sánchez, hija
del dirigente socialista de La Puebla de Cazalla Antonio Moreno Andrade. Y
fue padrino de su boda el panadero y concejal republicano de Alcalá Manuel
Villa Tello. Al salir de la cárcel, Manuel Ojeda fijó su residencia en
Sevilla, donde falleció el 23 de enero de 1981.
Fuentes
ATMTS: Causa nº
3718/39: Legajo 266-10906.
AMAG: Libros 257 y 258.
Leandro Álvarez
Rey: Segunda parte del libro Permanencias y cambios en la baja Andalucía.
Alcalá de Guadaíra en los siglos XIX y XX. Revista de la feria de Alcalá de
1947.
Fotografía: Manuel Ojeda Moreno.
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