La burguesía asesina a los obreros
Los burgueses suben a los obreros al
altar del beneficio para a continuación sacrificarles en nombre de los más
bellos ideales. Lo que ha hecho nuestra igual Amaia no es otra cosa que
adelantarse a los negros propósitos de los explotadores, si le iban a matar al
menos que lo vea todo el mundo, que sepa todo el que quiera saber que son unos
asesinos. Lo bueno sería arrastrar por los pelos de la cabeza a todos los
sinvergüenzas que la empujaron ventana abajo, desde el director de la sucursal
hasta los accionistas del banco pasando por los representantes políticos que
defienden sus intereses de usureros, y así, como el que arrastra un cerdo
jabalí por el monte tras haberle dado caza, llevarlos ante el cadáver todavía
caliente de su víctima para embadurnar sus limpios y elegantes trajes con la
sangre de esta trabajadora vasca llamada Amaia. Esta chusma burguesa está
acostumbrada a no ver el resultado de sus negocios, como los pilotos de
caza-bombarderos, vuelan tan alto que no alcanzan a ver la destrucción, la conocen,
por supuesto, pero no se manchan, estos asesinos regresan a sus barrios de lujo
creyéndose grandes hombres cuando no son más que vulgares asesinos.
Los representantes de la burguesía se
mueven por lo visto a golpe de suicidio, o mejor dicho, a golpe de suicidio
mediático, los que se matan en un rincón no cuentan. Cuatrocientas mil familias
expulsadas de sus viviendas no les decían nada, tal cosa no era un problema
para estos señores, tienen que ver los sesos de sus víctimas esparcidos por el
suelo para que se decidan a hacer una chapuza por reforma, porque justamente
eso es lo que van a hacer, siempre pensando en el voto, en conservar su trozo
de la tarta. La burguesía jamás ha solucionado el problema de la vivienda, que
nadie crea que lo van a solucionar ahora. Un problema que no se limita a los
desahucios, millones de obreros no tienen acceso a un techo y se ven obligados
a malvivir arrimados, en albergues o directamente en la calle. Este fenómeno es
consustancial al capitalismo como nos explicó Engels en su Contribución al problema de la
vivienda. Una vez más esos revolucionarios decimonónicos, viejunos,
desfasados, fanáticos e inservibles nos explican lo que ocurre en el siglo XXI,
que nadie espere entender lo que nos está pasando a través de los artículos
escritos por catedráticos de pacotilla defensores del régimen criminal que nos
gobierna.
Ahora pues, que dicen querer solucionar
el problema de los desahucios con unos cadáveres encima de la mesa, me pregunto
qué tenemos que hacer los obreros para que pongan solución al problema del
desempleo, ¿hay que prenderse fuego en las oficinas del INEM? ¿Nos tiramos por
una ventana de la empresa cuando los parásitos que nos explotan decidan que ya
no les hacemos falta? Y cuando terminen de privatizar la sanidad pública, ¿qué
debemos hacer los obreros privados de atención? ¿Inmolarnos en sus eficientes
hospitales privados? ¿Y los que quieran estudiar y no puedan? ¿Y los que tienen
que hacer cola en la puerta de la iglesia para llevarse algo de comida a la
boca? ¿Nos ahorcamos en los supermercados donde la burguesía acapara la comida
que debería llenar nuestras neveras y estómagos? ¿Y si en lugar de suicidarnos
decidimos pasar a cuchillo a todos los que nos obligan a vivir una vida
subalterna y miserable? ¿Eso nos convertiría en malas personas, en terroristas?
¿Y qué son ellos entonces? ¿Amables hombres de negocios? ¿Respetables padres de
familia? ¿Por qué tenemos que soportar el terror en nuestras vidas? ¿En nombre
de qué? ¿De la democracia, del estado de derecho, de la paz social, de una
supuesta inferioridad…? ¿Y si decidimos que ya no merece la pena vender cara
nuestra mano de obra y pasamos a vender caras nuestras vidas?
Publicado por X en El Camino de Hierro
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